Gérard Desgranges

Originalmente de Coutances en Normandía, Gérard Desgranges (1919-2006) llevó una carrera ejemplar. Influido por su padre, que era profesor de dibujo y conservador de museo, la creación artística se convirtió en una necesidad absoluta para él. Formado en la Escuela de Bellas Artes de París, luego profesor en la Escuela de Bellas Artes de Le Havre, dedicó su vida a la pintura. Se instala en Evreux en 1958 y, gracias a sus numerosas exposiciones en Francia y en el extranjero, su talento es reconocido muy pronto y le permite obtener numerosos premios y galardones.

Si el artista Pierre-Jean Deschênes calificó a Gérard Desgranges de "pintor de la realidad interior", es porque, a través de su naturalismo figurativo, éste aspiraba ante todo a captar la autenticidad y la sutileza del mundo observado: paisajes marinos y fluviales, escenas de bordes de pueblos o verdes praderas plantadas con manzanos (con sus variantes según las estaciones), así como delicados y bien compuestos bodegones. Gérard Desgranges nos transmitió, pues, su visión muy personal de la permanencia de la naturaleza en su belleza original y llena de emoción. Aunque es bastante raro en su obra, la figura humana no está del todo ausente: tomemos, por ejemplo, su conmovedor "Petit poissonnier" ("Pequeño vendedor de peces"), que fue premiado en 1958 en Aix-en-Provence, y ciertos retratos muy finos de mujeres o niños. Aunque su corpus incluye acuarelas y dibujos a tinta, está compuesto esencialmente de óleos sobre tela en formatos grandes y pequeños. Sus composiciones están perfectamente estructuradas y equilibradas, y el estilo preciso de dibujo se estudia para que sólo implique curvas. La paleta reducida de sus primeros días se fue enriqueciendo con los años, mientras que su pincelada, que juega hábilmente con los efectos de la textura, saca a relucir los matices más exquisitos. El resultado es una extraordinaria impresión de no finito, el ligero desenfoque que aporta a cada creación la apariencia de un boceto, cuya evanescencia realza el tema.

El resultado de una exigente investigación a nivel visual, el mundo pictórico y muy personal de Gérard Desgranges es uno en el que reinan la armonía estética y la sensualidad. Su obra es tanto más notable por la originalidad, el poético y el atractivo que se desprende de ella, sin mencionar su falta de referencia a cualquier movimiento pictórico.

Francine Bunel-Malras, Historiador de Arte